Siempre he sido un crítico de aquellas cosas que no encuentro correctas, con eso no quiero decir que yo sea perfecto, ni que yo no cometa errores ni mucho menos, pues que tire la primera piedra quien este libre de pecados, pero hay cosas que están a la vista y no necesitan espejuelos para llamar la atención.
Hay tres profesiones en las que, quienes la ejercen, deben ser personas a quienes les “pese el ruedo de los pantalones o la costura de la falda” como dicen en el lenguaje urbano, eso significa que hay que tener un mínimo de ética, “dos dedos de frente” para ser Médico, Profesor o Abogado.
¿Por qué afirmo lo anteriormente expuesto? Por la sencilla razón de que para ejercer cualquiera de estas tres profesiones se necesita tener sobre todo vocación en el mismo grado que capacidad para realizarlo, pues no me vale saber mucho y no poner a disposición de quien necesita esa capacidad.
Recuerdo de niño, una huelga que hicieron los maestros de escuelas públicas, y me dio mucha pena ver como los estudiantes de esos recintos estudiantiles perdieron el año escolar, gracias a que sus maestros valoraron más su paga que el retraso que les estaban causando en los años de escolaridad.
Es común que en las clínicas de la República Dominicana y (según he visto en televisión) muchas partes del mundo los médicos anteponen los intereses económicos antes de la salud de una persona, normalmente se interesan más en saber quién va a pagar la cuenta que en cómo van a sanar al paciente (que de hecho hay que ser muy paciente para sobrevivir ante esa situación). Si no tienes seguro, entonces debes depositar una fianza para poder intentar ayudarte.
Lo mismo con la parte de los juristas, aunque seas inocente en una sociedad como la nuestra, solo saldrá libre si y solo si tienes los recursos económicos para pagarle a quien te ayude a demostrarlo. Es injusto, a veces con tan poca cosa se podría defender a un inocente, sin embargo en la mayoría de los casos el culpable sale libre porque si tiene los recursos suficientes para buscar a quien pruebe lo contrario o utilice dichos recursos para poner la “justicia” a su favor.
No digo que quienes ejercen esas profesiones no tengan que anteponer su paga, pues para eso decidieron dedicar sus vidas al ejercicio de una profesión digna como son cada una de estas, sin embargo a lo que me estoy refiriendo con lo escrito es que no debe ser lo primero, no debe ser lo único, no debe ser lo más importante.
Siempre que llego a un aula de clases, al hacer mi presentación digo lo siguiente: Cuatro razones básicas me motivan a estar en esta aula impartiendo docencia, la primera de ellas es que me gusta hacerlo, amo lo que hago, disfruto bastante enseñar. La segunda, entiendo que tengo un compromiso de compartir lo aprendido, es decir tengo compromiso con mi generación y con las que siguen, con la sociedad en su conjunto de trasmitir los conocimientos adquiridos. La tercera es que parte del compromiso a parte de trasmitir los conocimientos es corregir los que he visto que otros no han hecho bien, entiendo que la mejor forma de propiciar el cambio es siendo parte de él, pues si quiero ver que las cosas cambien, debo ser el primero en tomar iniciativa. La cuarta razón es que trabajo en eso y así como trabajo en eso, merezco paga, pues el trabajador merece su paga y mi tiempo y capacidad de servicio tiene su precio, aunque en el mismo orden que acabo de exponerlo, es decir entre mis prioridades es la número cuatro, pues siempre he demostrado con hechos que las otras tres están antes.